En “El libro negro de las marcas” (de Klaus Werner y Hans Weiss) se cuenta que “Por ejemplo, Samsung ha establecido fábricas textiles en México. Se  trata  de  las  denominadas  maquiladoras,  donde  operarías  pésimamente  pagas  cosen  prendas  de  vestir  para  empresas  occidentales  (ver  capítulo  "Deporte  e indumentaria"). Según  la  revista The Economist. Samsung  también  hace  ensamblar  televisores  en  México  a  cambio  de  salarios  de  hambre. En  diciembre  de  1998,  la  organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch  publicó  un  informe  que  indicaba  que  allí  las mujeres  eran  sometidas  sistemáticamente  a tests  de  embarazo  ilegales. Si una mujer  estaba  embarazada,  se quedaba  sin empleo. Para la justicia mexicana, esta  forma  de  discriminación  sexual  está  prohibida.  Por  supuesto  que  la  prohibición también rige en casi todos los países industrializados. Las  mujeres  eran  obligadas  a  responder  preguntas íntimas  sobre  su  vida  sexual,  sobre métodos anticonceptivos  y  su  ciclo menstrual,  y debían  someterse a análisis de orina. Para que la certeza fuera total, también  les  palpaban  el  vientre. Tal  como  expresó  un  colaborador  de  Human  Rights Watch, "las mujeres podían elegir entre perder su dignidad o su  empleo".  No  sólo  Samsung  utilizaba  estas  prácticas  en  sus  plantas,  sino  también  empresas  como  Siemens,  Panasonic, Matsushita  y  Sanyo”…