REDD+ (Reducción de Emisiones de efecto invernadero por
Deforestación y Degradación de los bosques) es un programa del PNUD (Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo) con fondos del BM (Banco Mundial) y el
BID (Banco Interamericano de Desarrollo).
REDD+ plantea una nueva forma de concebir la naturaleza
desde las grandes corporaciones y organismos de crédito. Actualmente la mayor
parte del planeta cuenta con un sistema económico capitalista y el comercio
mundial está basado en dicho sistema que se basa en la acumulación y
reproducción permanente y ampliada del capital (capital es todo aquello que
puede ser invertido para obtener ganancia), el problema es que es imposible
ampliar infinitamente las ganancias y los mercados en un mundo que es finito, y
que la lógica de esta búsqueda de ampliar constantemente el capital lleva a
culturas y costumbres derrochadoras y consumistas que generan gran
contaminación y producción de basura en las ciudades así como a la destrucción
de la naturaleza por la sobre explotación de los bienes naturales. Esto ha
producido una emisión de gases de efecto invernadero que están llevando al
planeta a elevar constantemente sus temperaturas anuales haciendo que sea cada
vez más difícil la supervivencia de muchas especies y del ser humano llevando a
muchos animales a la extinción y amenazando con la extinción de la humanidad.
Los principales emisores históricos de estos gases de efecto
invernadero son EEUU, los países de la Unión Europea, Canadá, Rusia, Japón y Corea
del Sur a los que recientemente se les ha sumado como grandes emisores China y
la India y son los responsables del calentamiento global. Dichos países no van
a reducir sus emisiones y su contaminación (como deberían) ya que para esto
deberían contraer sus economías en un 50% y empobrecerse, por lo que decidieron
que los países llamados “subdesarrollados” multipliquen sus espacios de bosque
los cuales son sumideros de estos gases contaminantes.
Los árboles obtienen su masa biológica del aire, consumiendo
gases de efecto invernadero como el CO2 o el Metano y lo convierten en el
oxígeno que respiramos, pero los países capitalistas (tanto pobres como ricos) suelen
priorizar los intereses económicos antes que la conservación de sus bosques y
un árbol al ser talado retorna todo el CO2 y metano que absorvió hacia la
atmósfera, por este motivo actualmente el 20% de las emisiones de estos gases
vienen de la tala de los bosques y para que esto se detenga es necesario darle
un valor económico al bosque para que su conservación y reproducción valga
dinero que pueda ser usado en beneficio de los pueblos, por eso REDD+ es un
fondo con dinero de los países ricos antes mencionados (excepto EEUU cuyo
presidente resolvió no aportar dinero a la restauración del planeta) para que
se amplíen los espacios de bosque en otros países, entre ellos toda América
Latina (incluyendo Uruguay).
El problema es que muchas veces se destinan estos fondos sin
resultado alguno y es aquí donde entran en juego los pueblos indígenas. En
primer lugar el 80% de la biodiversidad que aún queda en el planeta está en
territorios indígenas ya que estos cuidan de su entorno y de la madre tierra y
realizan actividades como caza, pesca, agricultura, tala para leña y madera
pero sin depredar el entorno, tomando solo lo necesario y ayudando a
sobrevivir, reproducirse y vivír mejor a otras especies de animales y a los
árboles de los bosques. Se desarrolló una experiencia de darle una parcela de tierra
deteriorada y vacía a un ingeniero agrónomo y otra igual a un indígena para que
reproduzcan bosques y en 10 años los indígenas tuvieron resultados muy
superiores a los de cualquier ingeniero con árboles más grandes y creando
bosques en espacios donde no había nada. Por este motivo REDD+ establece que
los países que quieran recibir este dinero tienen que hacer un plan de manejo
de los espacios de bosque que involucren a los pueblos indígenas y que ellos
tengan un papel central en esto y reciban parte de los fondos de manera
directa.
Para los pueblos indígenas la naturaleza es sagrada, es su
espacio espiritual, es su madre tierra (Beadahá en lengua Charrúa o Pachamama
en aimara), nadie es capaz de dañar a su madre por lo que son imposibles de
corromper por el dinero de las grandes empresas multinacionales que quieren
destruir la naturaleza para enriquecerse.
Hasta aquí todo parece marchar bien pero hay varios
problemas, el primero es ¿Qué definimos como bosque? Y hay países como Chile
que incluyen los monocultivos forestales de eucalipto (que no son naturales, no
tienen biodiversidad, acidifican los suelos, aumentan procesos erosivos y
consumen tanta agua que aumentan los riesgos de sequía y desertificación) en su
definición de bosque y dejarán a pueblos indígenas como los Mapuche totalmente
por fuera de estos fondos dándole todo el dinero a las empresas multinacionales
madereras que históricamente han matado mapuches.
- El segundo problema es que no todos los países tienen leyes que reconozcan y den autoridad a los pueblos indígenas. Es el caso de Uruguay el cual si bien el censo de 2012 establece que el 4,5% de la población (160.000 personas) se reconoce como Charrúa o descendiente de Charrúa, no existe en Uruguay una ley de reconocimiento de la población Charrúa, ni un artículo en la constitución y Uruguay junto con El Salvador son los dos únicos países de América que no han ratificado el convenio internacional N°169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) sobre Pueblos Indígenas el cual le da a los pueblos originarios el derecho a tener territorio, al reconocimiento, a preservar lugares sagrados, a que los restos de sus antepasados sean tratados con respeto, a que las piezas arqueológicas que están en museos de otras partes del mundo sean devueltas a su país de origen y el derecho a ser consultados de manera libre, previa e informada cada vez que se vaya a implementar un mega emprendimiento que destruya la naturaleza.
El primer presidente y dictador de Uruguay y fundador del partido colorado Fructuoso Rivera quien era profundamente anti Artiguista realiza una matanza de charrúas a traición invitándolos a comer el 11 de Abril de 1831 en Salsipuedes (Paysandú) y luego realizó un intento de exterminio de los Charrúas Artiguistas y un plan de “sustitución racial de la población Uruguaya”, desde entonces el Estado ha tenido una negación total contra la nación charrúa persiguiéndolos o prohibiéndoles su cultura con leyes que prohibieron el idioma (que fue abolida en 1945) o leyes que prohibían ponerle nombres charrúas a los niños y tener apellidos indígenas (la ley fue derogada recién en 2008) y romper con el racismo del discurso histórico de “país sin indios” es un desafío para las nuevas generaciones y para el Uruguay del futuro.
La implementación de REDD+ en Uruguay es un verdadero
desafío para la nación ya que tiene dos opciones, seguir negándole el derecho
humano a la identidad a 160.000 personas o cambiar su legislación y su imagen
nacional reconociendo su diversidad étnica y cultural y que no es solamente un “país
de inmigrantes” sino que hay una nación indígena originaria y es un país
multicultural.
Hoy en día ser indígena va más allá de una herencia de
sangre, implica autoreconocerse como indígena y mantener aunque sea una parte
de la cultura, teniendo los valores de la complementariedad y reciprocidad
entre hombres y mujeres, viejos y jóvenes, personas y naturaleza además de
principios ideológicos como el buen vivir y la defensa de la madre tierra.
muy buena informacion profe jaja soy lautaro medina
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